Este tramo de galería fue el último en construirse. Respondió a una ampliación del proyecto inicial, planteada en 1921 con el fin de unificar el perímetro de la parcela y «vestir» el acantilado con una pantalla espectacular. Quizá por eso asombra que fuera la que mejor se adaptara a las costumbres y la vida familiar.
Aquí las ayas y las criaturas a su cuidado paseaban o correteaban por sus 400 metros cuadrados, protegidas de la lluvia y al calor de mediodía. Aquí la vida privada se acercaba a la calle en juego y relax.
Pero su benigna orientación ha sido al tiempo su castigo y la enorme columnata languidece a causa del salitre y la contaminación.
Desde 2018 visitable gracias a una estructura de madera que habilita el paso y sustenta muestras y exposiciones, aguarda su turno para ver intensificado ese carácter urbano de sala de disfrute abierta a la ciudad.